La periferia y el provincianismo han sido tradicionalmente los territorios de la melancolía y el fracaso. En el siglo XX hay un claro trasvase de las mentes más brillantes hacia el centro de poder, la capital. En el siglo XXI ese poder se ha desplazado y el viaje debe realizarse en sentido contrario: volver al pueblo, a la periferia, una vez constatada la imposibilidad de acceder al poder.
BG