El río Sumida, que venía reptando desde Senju a través de la espesa bruma, daba un amplio giro al llegar a la isla Komatsu para incrementar el volumen de su corriente y seguía avanazado bajo el sol re3verberante hacia el puente Azuma, acarreando aguas tibias que se veían tan tranquilas y serenas como si se hubieran embriagado de la primavera en tierra firme.
Junichiro Tanikaki. El bufón. 1911.
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