Ozymandias
El octavo rey de Egipto después de Simandio o Smendes, llamado también Ozymandias, fue Ochoreo, según Diodoro,[1] al que me he propuesto seguir. Hizo construir Menfis, le dio ciento cincuenta estadios de circuito y la convirtió en la más bella ciudad de Egipto, los reyes que le sucedieron la eligieron como residencia. Miris, el duodécimo de su raza, reinó seguidamente e hizo construir en Menfis el vestíbulo septentrional del templo, cuya magnificencia no era inferior a lo que habían hecho sus predecesores. También hizo cavar el lago Moeris, de tres mil seiscientos estadios de circunferencia y cincuenta brazas de profundidad, a fin de recibir las aguas del Nilo cuando desbordaban con mucha abundancia y poderlas distribuir en los campos de los alrededores cuando las aguas escaseaban en el país. Cada vez que se daba salida o entrada a estas aguas negociaba cincuenta talentos. En medio de esta especie de lago, Miris hizo levantar un mausoleo con dos pirámides con la altura de un estadio cada una, una para él y otra para su esposa, a la cual acordó para su tocador todo el producto del impuesto sobre el pescado que se pescaba en este lago. Sobre cada pirámide había una estatua de piedra sentada sobre un trono, todo de un trabajo exquisito.
El octavo rey de Egipto después de Simandio o Smendes, llamado también Ozymandias, fue Ochoreo, según Diodoro,[1] al que me he propuesto seguir. Hizo construir Menfis, le dio ciento cincuenta estadios de circuito y la convirtió en la más bella ciudad de Egipto, los reyes que le sucedieron la eligieron como residencia. Miris, el duodécimo de su raza, reinó seguidamente e hizo construir en Menfis el vestíbulo septentrional del templo, cuya magnificencia no era inferior a lo que habían hecho sus predecesores. También hizo cavar el lago Moeris, de tres mil seiscientos estadios de circunferencia y cincuenta brazas de profundidad, a fin de recibir las aguas del Nilo cuando desbordaban con mucha abundancia y poderlas distribuir en los campos de los alrededores cuando las aguas escaseaban en el país. Cada vez que se daba salida o entrada a estas aguas negociaba cincuenta talentos. En medio de esta especie de lago, Miris hizo levantar un mausoleo con dos pirámides con la altura de un estadio cada una, una para él y otra para su esposa, a la cual acordó para su tocador todo el producto del impuesto sobre el pescado que se pescaba en este lago. Sobre cada pirámide había una estatua de piedra sentada sobre un trono, todo de un trabajo exquisito.