El zen no nos libera del dolor, solo hace que nos acostumbremos a él.
BG
Véase: "A razón de ocho a catorce horas de meditación diaria la sesshin se transforma, para cuerpos poco habituados, en una prueba donde el dolor toma casi un valor iniciático..." Bernard Faure, Sexualités bouddhiques : Entre désirs et réalités, Aix-en-Provence, Éditions Le Mail, 1994, p. 41.
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