23 noviembre 2022

Hazrat Inayat Khan

Inayat Khan (1882-1927) nació en Baroda, India, en una familia altamente musical estrechamente asociada con la corte real. El abuelo de Inayat, Maulabakhsh, era el principal músico del rey de Baroda. Su padre, Rahmat Khan era un maestro de dhrupad, una forma vocal india clásica. A una edad temprana, Inayat ya tenía una gran reputación como músico, cantando y tocando para rajás y maharajás en toda la India, incluido el Nizam de Hyderabad, con quien se hizo amigo personal.

Por reverencia, a Inayat Khan se le llama Pir-o-Murshid Hazrat Inayat Khan. "Hazrat" es una dignidad espiritual honorífica y significativa. El título "Pir-o-Murshid" significa que él era el jefe de la Escuela Interna del Movimiento Sufí.



"El sufismo elimina las barreras que dividen a las diferentes religiones trayendo a plena luz la sabiduría subyacente en la que todas están unidas."
Inayat Khan 
* * *

"El Mensaje Sufí es un Mensaje de Unidad, de Libertad Espiritual, y de Amor, Armonía y Belleza, destinado a toda la humanidad. Su propósito no es atraer a los buscadores hacia un nuevo camino, sino despertarlos al camino que están destinados a pisar."
Inayat Khan 
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"Ha habido sufíes en todos los periodos de la historia humana. Aunque han vivido en diferentes partes del mundo, hablado diferentes idiomas y nacido en diferentes religiones y creencias, se han reconocido y simpatizado entre sí, a través de la unidad de su comprensión."
Inayat Khan 

Pirani Begum Ora Ray Baker wife of  Inayat Khan 

Inayat Khan and Family 

 Inayat Khan daugther, Noor Inayat Khan, Indian Princess and British Spy, 



13 noviembre 2022

Lo único que te salva



Lo único que te salva de caer muy bajo es tener el listón muy alto, aunque no lo alcances nunca.

Bg

Corolario: lo único que te salva de decir tonterías es tener la boca cerrada. 

30 septiembre 2022

22 septiembre 2022

Vivir no consiste en imitar a la naturaleza


 Vivir no consiste en imitar a la naturaleza, sino en evitar que la naturaleza acabe con nosotros.

Básil Gianaclis, rex nemorensis

02 septiembre 2022

Hazte pobre por tí mismo

Luis Pereira "Cartografía de un silencio..."


Hazte pobre por tí mismo. Ahora ya no necesitas que te exploten o que te roben. Hazlo por ti mismo. Compra un coche que te arruine, una tarifa eléctrica que te deje sin aliento. Renuncia a la carne, a las vacaciones. No viajes en avión. Vete a vivir al campo, cultiva alimentos biosaludables. Y poor supuesto no ocupes un lugar en el cementerio. Incinérate y no dejes rastro de tu paso por el mundo.

Así todo irá mejor, aunque tú no puedas disfrutarlo.

BG

24 agosto 2022

Los caminos que conducen a la verdad


Los caminos que conducen a la verdad son altos, claros y limpios, pero también son solitarios, raros y fríos.

BG, camino de Oliphant Castle.


05 agosto 2022

El mal salvaje


 

El ser humano no es el "buen salvaje" ideado por Rousseau. El ser humano es el MAL SALVAJE, ese ser destructivo que maltrata a los suyos y se maltrata a sí mismo, provocando el caos, el dolor y la muerte allá por donde pasa.

GV


Corolario: Debemos prepararnos pues para vivir esa pulsión, para protegernos de sus efectos y para reconducir estos hacia la sabiduría, la razón y el entendimiento de nuestra propia naturaleza.

BG


La Rama Dorada de la Eneida:
La
El árbol es central en el mito de Eneas, quien fue informado por la Sibila de Cumas de que tenía que arrancar una rama de hojas doradas para protegerse cuando se aventurara en el Hades en busca del consejo de su padre muerto.

01 agosto 2022

El segundo cielo

 


Recuerdo que una noche tuve un sueño, un sueño extraño que me desveló y no me dejó dormir hasta poco antes del amanecer.  Estaba en lo alto de una montaña y escuchaba un leve sonido de címbalos a mi alrededor, que parecían estallar como suaves pompas de jabón. Miré a un lado y a otro y pude ver un extenso paisaje de altas montañas cubiertas de nieve, una tierra misteriosa, azul y blanca, con ciudades que destellaban en la lejanía, caravanas de mulas que recorrían estrechos caminos, cuadrillas de comerciantes, soldados y aldeanos que iba de un lado a otro, atravesando valles, cruzando inestables puentes sobre abismos insondables, entrando y saliendo de misteriosas ciudades, llenas de calles tortuosas, de torres, de palacios  con cúpulas doradas, de rojos castillos salpicados de cañones, de culebrinas, de mosquetes y alabardas. Entre todos ellos, unos lentos viajeros parecían destacar allá a lo lejos, muy cerca de la montaña más alta. Y eran los címbalos de sus cabalgaduras los que yo escuchaba, punteando armoniosamente el ritmo de su marcha. Y mi mente viajaba con ellos, y de pronto vi que se trataba de mi tribu, de la tribu de los Titiriteros, que iba a aquel país que había conocido el verano anterior. Transportado por el aire, vi que en uno de los carromatos iba Aroidi, con su sombrero troncocónico, y también Remaai, con su sonrisa eterna, y Doroia, que jugaba al lado. También vi al Obispo, moviendo su báculo por el camino, y al vendedor de arenques, azuzando a un viejo burro de color zanahoria, y al Mochuelo, saltando de rama en rama. Detrás de ellos iba un hombre de aspecto adusto, con un libro en la mano, leyendo una salmodia, y detrás de él un árbol con forma humana, arrastrando una pierna que no conseguía mover.  Pero no vi al viejo Losanrot, ni a la Gitanita, ni a muchos otros miembros de la tribu.

“¿A dónde irán?” me pregunté, mientras el sonido de los címbalos se apagaba en mi memoria y el rumor del viento me devolvía a la realidad.  “¿A dónde irán?” me pregunté de nuevo, esta vez en voz alta, y desperté en mi cama, sumido en un intenso estupor.

Gora Vorontsov, 2002.

El segundo cielo. Nubes vagantes son cortinas vagas del cielo.

“El segon cel, imaginat
en una nit d’estiu a la vora del mar”. 

Jaume Sisa


24 julio 2022

El bosque de Nemo

El bosque de Nemo está situado en un lugar cercano al monte Klossowski, en el centro de la isla de Crisoelephantina. Para ello es necesario pasar por la ciudad de Ültima, cuyas ruinas aún se pueden ver n lo alto de una colina. Después hay que pasar una estepa semidesértica, a cuatro mil metros de altura. Allí vive una tribu de nómadas Ultmenos.

El sacerdocio de la Diosa A nice Pair Faith esta vetado a los hombres del mundo real. Para convertirse en rex nemorensis (“rey del bosque”, como rezaba su título oficial) debía matar a quien ostentaba el cargo. Para un fantasma huido, llegar hasta el santuario era en sí mismo todo un reto. Debía despistar a los guardianes y a los perros, quitarse el aro de hierro que solían llevar los fantasmas alrededor del cuello, con su nombre. Luego tenías que sobrevivir, alimentarte de lo que encontrases en el bosque o de lo que robases en las granjas y dormir al raso. Si te escapabas en invierno, el frío iba a ser tu principal problema. Te convenía evitar los caminos y los centros poblados, pues algún vecino podía reconocerte o algún viajero que no le hiciese ascos a las recompensas podía descubrir tu condición. Además corrías el peligro de que te asaltase un grupo de bandoleros. Lo mejor era viajar solo de noche, guiándote por las estrellas.
Si al cabo de unos días, quién sabe si semanas, lograbas divisar a lo lejos entre los árboles el templo de Faith, podías considerar que habías tenido suerte. Y, sin embargo, lo más difícil, puede que lo peor, estaba aún por llegar. Dentro del recinto del santuario, había un árbol sagrado que ningún hombre libre podía tocar. Debías dirigirte hacia él y partir una de sus ramas. Desde ese momento te convertías en aspirante a rex nemorensis: acababas de retar al combate al sacerdote. Quizás él te llevaba observando desde que entraste al santuario y ya te esperaba con la espada en la mano. O quizás no. Puede que estuviese durmiendo o distraído y pudieses sorprenderle y acabar con él. El rex nemorensis tenía que estar preparado para defenderse en todo momento, es decir, podían atacarle de improviso. Sin embargo, otras fuentes hablan de un combate singular, lo que sugiere un enfrentamiento más ritualizado. En cualquier caso, sería raro que el sacerdote de la Faith del bosque no estuviese alerta día y noche, vigilando quién entraba en el santuario. No se sabe si la costumbre preveía ofrecer un arma al aspirante o si tenía que haberla robado por el camino.


ServusCollare

Collar de hierro de los fantasmas de Elephantina. En la inscripción dice: «No soy libre, debo pagar mis culpas. Si me atrapas debes cortarme una parte del cuerpo y enterrarla en el mismo sitio. Después déjame partir».
Como fantasma fugado ahora solo tenías una cosa a tu favor: la desesperación. Ya no te podías volver atrás. FUG de fugitivus en la frente para que nunca se le volviese a ocurrir intentarlo. Eso era lo que te esperaba si ahora te echabas atrás. Lo único que te podía salvar era olvidar el hambre, la sed y el cansancio, bajar la cabeza y lanzarte contra el sacerdote. Quizás supieses luchar o simplemente tuvieses suerte y consiguieras coserle a puñaladas para convertirte en el nuevo rey del bosque. O tal vez no y todo esto solo había servido para acabar muriendo con las tripas en la arena a los pies de un árbol sagrado.

Pero si después de todo con tus últimas fuerzas lo lograbas, no hacía más que empezar otro calvario, una tortura mucho más sutil y desquiciante: nunca jamás volverías a cerrar los ojos sin temer despertar con la garganta cortada. El rex nemorensis siempre se paseaba por el bosque “armado con una espada, a la espera de ataques a su alrededor, listo para defenderse”. Y es que cualquier ruido (el sonido de una bellota al caer, el chasquido de una rama rota… esa rama) podía ser lo último que escuchases. Debías permanecer alerta día y noche, en invierno y en verano, preparado siempre para combatir, y debías vencer uno tras otro a los rivales que llegaran, sin importar cuántos, sin importar cuándo. Y aunque consiguieses superar la ansiedad, el miedo, la paranoia y la falta de sueño durante años o décadas, antes o después te darías cuenta de lo que siempre habías sospechado: cuanto más tiempo pasara, más próximo estaría el día en que llegaría el sicario fugado que te matase. Las primeras canas en las sienes serían el anuncio de que tu final estaba cerca. Caer enfermo sería tu sentencia de muerte A veces además la mala suerte podía conjurarse en tu contra. Cuando al emperador Calígula, que era un cachondo, le contaron que el rex nemorensis llevaba mucho tiempo en el cargo, no se le ocurrió otra cosa que enviar a un forzudo para que le retara. El historiador Suetonio, pese a ser un chismorrero, no nos cuenta el desenlace del combate. No hace falta.Denario (moneda de plata) acuñado en el 43 a. C. El anverso muestra la efigie de la Diana Nemorensis. En el reverso se ha representado a las diosas Diana, Hécate y Selene (Luna), identificadas como una misma divinidad. De hecho, Horacio llamó a Diana «diosa triforme». Foto: dominio público en Wikimedia Commons

Griegos y romanos mostraron siempre repugnancia hacia los sacrificios humanos, tildándolos de ritos propios de bárbaros. En el caso de los romanos esta aversión resulta especialmente llamativa, si tenemos en cuenta que habían convertido los juegos gladiatorios (cuyo origen era precisamente religioso) en una gigantesca industria del entretenimiento. Por eso, en las escasísimas ocasiones en las que se recurrió a estas prácticas, los historiadores clásicos se apresuraron a decir que se trataba de ritos extranjeros, aceptados excepcionalmente, a regañadientes, por motivos estrictamente devocionales. Así, en el caso de la Diana Nemorensis, Estrabón y Pausanias nos dicen que en realidad se trataba del culto a la Artemisa Taúrica que había sido traído a Aricia en época mitológica por Hipólito, según el primero, u Orestes, según el segundo. Artemisa es la equivalente griega a Diana y la Táuride o Tauris era lo que hoy se conoce como la península de Crimea. Supuestamente los escitas, pueblo que habitaba la actual Ucrania, sacrificaban a Artemisa a todo extranjero que apareciese en sus playas (Ya es mala leche sobrevivir a un naufragio solo para que te corten el cuello en un altar). Lucano y Ovidio también se unieron a esta interpretación, refiriéndose a la diosa de Nemi, como Diana escita.

El sangriento ritual del duelo a muerte entre el esclavo fugado y el rex nemorensis se siguió celebrando periódica e ininterrumpidamente durante la República y el Imperio romanos, hasta que con la expansión del Cristianismo el santuario fue abandonado. Los lugareños se llevaron los mármoles que cubrían el edificio para decorar sus casas, y la vegetación y la desmemoria se fueron tragando el resto. El templo y el ritual del rex nemorensis cayeron en el olvido y así hubieran permanecido para siempre, sobreviviendo como mucho en forma de nota a pie de página en algún articulo académico, si a un escocés bastante “desasborío” no le hubiera llamado la atención este extraño ritual. James George Frazer era un profesor de universidad interesado por la magia y la mitología comparada que un día, a finales del siglo XIX, decidió escribir un articulito sobre el rex nemorensis. Pensaba que necesitaría un par de días o, como mucho, unas cuantas semanas para investigar y plasmar en el papel las ideas sobre el poder y la religión que le sugerían las particularidades de la Diana de Nemi, pero al final acabó dedicando más de 30 años de su vida a redactar los trece tomos que componen La rama dorada (resumidos en la edición más popular a uno solo). La obra ha pasado a la historia como uno de los títulos más importantes e influyentes de la Antropología social. Hasta hoy, pese a las justificadas críticas, sigue siendo uno de los grandes clásicos de la Etnología y su relevancia se ha hecho notar más allá del campo de las ciencias sociales. De hecho, sus páginas, que desbordan al lector con miles y miles de ejemplos etnográficos de mitos y rituales insospechados de culturas de todo el mundo, influyeron en pensadores y literatos tan dispares como Robert Graves, Yeats, Freud, Jung, Wittgenstein, Hemingway o Lovecraft. Es más, la próxima vez que vean Apocalypse Now, fíjense bien: entre los libros que hay en la guarida del coronel Kurtz también está La rama dorada. Al fin y al cabo, el primer capítulo de la obra relata el final (el horror) que le aguarda al rex nemorensis escondido en su templo, a la orilla del agua, en las profundidades de un bosque, que esta vez, extrañamente, está ubicado en las selvas de Camboya.

P.D: Una última frivolidad totalmente prescindible. No sé a ustedes pero a mí la historia del rex nemorensis me parece la metáfora más adecuada para resumir el funcionamiento de nuestras democracias desde la Caída del Muro. Desaparecidas las ideologías, el sumo sacerdote del templo (presidente o primer ministro) sabe, acepta y trata de demorar la llegada del aspirante (normalmente solo hay uno con verdaderas posibilidades, normalmente es más joven) que un día lo derrocará en el simbólico combate singular de las urnas y lo matará políticamente (un expresidente no suele recuperarse de una derrota electoral). Hasta entonces seguirá realizando los rituales que exige su cargo (ritos que no ha elegido, sino que ha heredado; ritos que jamás pondrá en duda), dedicando todo su interés y toda su creatividad a desconfiar de aquel que se atreva a pisar su santuario y quebrar la rama del árbol sagrado anunciando el cambio, que en el fondo, si uno se fija bien, nunca es de ideas.

18 julio 2022

Los viejos tiempos duros de siempre


Han de volver los viejos tiempos duros de siempre para que las nuevas generaciones se den cuenta de cuánto habíamos alcanzado y de cuán rápido lo perdimos.
BG

Corolario: las nuevas generaciones estarán en la inopia, porque desconocen que alguna vez existieran esos viejos tiempos duros de siempre.
BG

11 julio 2022

HAS PUESTO TU MANO EN MI HOMBRO,

  




Has puesto tu mano en mi hombro,

debo estar alerta,

un aire frío me alcanza.


POemas zen Gora Vorontsov&JERL

Encontrando mi camino


He encontrado mi camino, pedregoso, oscuro,
sin señales, sin atajos, sin amigos,
bajo el sordo mugir de las palabras.

Descanso a veces en la sombra, entre palmeras,
con la voz tiznada de amargura, con las manos ateridas
por un frío indeseado, que me arropa.

Y es así como voy a su encuentro, desnudo,
cubierto de escamas, salvaje y sucio,
dispuesto a morir a cada instante.

Lama Gora Rinpoche. XVIII Karmapa


29 junio 2022

Ser ecologista



 Ser ecologista es ir contra la realidad y contra las propias leyes de la naturaleza, que no son idílicas ni equilibradas.

BG

Corolario: Los hielos se han fundido y rehelado siempre a capricho de las fuerzas de la propia naturaleza. Los tsunamis y los terremotos son inevitables y devastadores. Los animales se comen los unos a los otros. Las plantas colonizan e invaden territorios sin ninguna consideración ética. La lluvia y los rayos caen donde el azar les manda, y así todo.

Corolario 2: Es muy propio de la izquierda, como en todo, intentar doblegar la realidad a su gusto.