El derecho de autodeterminación es un arma de doble filo. Por una parte sirve para solventar injusticias históricas (pueblos sojuzgados o conquistados) y por otra para atacar a naciones poderosas (provocando su disgregación). A este juego juegan muy bien los ingleses y los soviéticos, pero no tan bien otras naciones estados construidas con el esfuerzo de los siglos (como la española, la alemana o la francesa). La disgregación debilita a estas naciones y deja en manos de otras, más poderosas (china, rusia, ee.uu.) la aplicación de una política imperialista o un modelo económico.
BG
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